ML Buch

Suntub', un álbum resplandeciente publicado el año pasado, resultó ser un regalo tan inesperado como acogedor de la compositora, productora, guitarrista y vocalista danesa. Estudiosa del sonido, lo revela en el aplomo y cuidado de sus composiciones, pero a todos los efectos "Suntub" se presenta como el disco de pop que necesitábamos sin poder predecirlo. Basado en la guitarra de siete cuerdas y la plácida envoltura de su voz, 'Suntub' es hiperrealista de una manera que no pretende burlarse y expulsar el agónico torrente de hiperinformación de estos días, sino buscar la contemplación posible en este caos. Lúcida y transparente, la música de ML Buch es casi naturalista en la forma en que absorbe el brillo digital en sus procesos y lógicas, como si fuera una segunda naturaleza admitida y manifestada en la forma de estas canciones.

'Skinned', su debut de 2020, ya habría dejado algunos vagos antecedentes para los misterios de 'Suntub', pero mientras que allí el procesamiento digital se abría de par en par en una paleta autoconsciente de efectos, casi como un avatar, aquí brilla de una manera que nunca resulta imponente, encarnando sus melodías extrañamente familiares. Sin grandes paralelismos actuales, hay aquí un cierto bendito disimulo de soft rock y folk que recuerda vagamente en la forma en que recoge la inspiración al oficio -ahora medio olvidado- de los Rangers en 'Suburban Tours' y 'Pan Am Stories'. Sólo que mientras la búsqueda de este último accedía a la eternidad de la melodía a través de la bruma de la memoria, carcomida por el ruido de las cintas, aquí la música está recubierta de un brillo digital que se hace eco del paso de la era del CD-ROM a la institución definitiva de la Web, una idea de futuro aún por cumplir. El encaje y las armonías vocales de "Hejira" de Joni Mitchell, los momentos más vaporosos de Christine McVie en Fleetwood Mac, los efectos y melodías circulares de Andy Summers en The Police o los sueños del dream pop se enredan como fractales donde la familiaridad da paso al asombro, la evasión a la hospitalidad, en una relación simbiótica y simultánea siempre, siempre evocadora.