Pile

Desde fuera, puede hacerse complicado entender el nivel de devoción que hay alrededor de Pile. No es un grupo, es un equipo de fútbol. Casi una religión. En Reddit abundan los hilos en los que los fans intentan averiguar qué pedales para guitarra usan Rick Maguire y compañía. Adeptos que, por cierto, seguramente tendrán algún tatuaje con referencias a la banda o a alguno de sus discos. Seguidores que hacen que su merchandising se agote bastante antes de que se acaben sus giras. Fieles que llegan orgullosos a sus conciertos luciendo esas camisetas y un rato después se vuelven a casa con ellas bien sudadas.

En realidad, comprender todo ese sentimiento que rodea a Pile es tan fácil como darle al play y que empiecen a sonar los hitos diseminados en una carrera que ha transitado por los caminos de culto del post-hardcore. Nada de lo que hacen está cantado o tocado sin pasión: es normal que se contagie. Grupo y público llevan ya una década y pico retroalimentándose en un círculo virtuoso de intensidad, entusiasmo y fervor.

Sentimiento hace sentimiento.